Debido al creciente problema que representa el uso excesivo de plásticos de un solo uso, a partir del 1º de enero del 2021, en la Ciudad de México, se prohíbe la comercialización, distribución y entrega de bolsas de plástico al consumidor, así como cubiertos, platos, charolas, popotes o pajitas, bastoncillos para hisopos de algodón, aplicadores de tampones, globos y varillas para globos, vasos y sus tapas.
Esta medida busca revertir el daño ocasionado por el uso irresponsable de estos plásticos desechables, que en su mayoría termina obstruyendo alcantarillas, provocando inundaciones y que al final desembocan en ríos, lagos, lagunas y mares, contaminando el agua y afectando a todo el ecosistema. El incorrecto tratamiento del plástico también puede propiciar la cría de mosquitos y plagas causando enfermedades.
Esta problemática también ha afectado a los animales, ya que se ha encontrado que mueren al ingerir plástico por confundirlo con comida, o por la ingesta de químicos tóxicos que se adhieren a sus tejidos. Por otro lado, esta toxicidad llega hasta nosotros al formar parte de la cadena alimenticia humana. Los productos de espuma de poliestireno que contienen sustancias químicas cancerígenas como el estireno y el benceno, son altamente tóxicos y en caso de ser ingeridos pueden causar afectaciones al sistema nervioso, los pulmones y los órganos reproductores.
Hasta el año pasado, México a nivel federal no contaba con disposiciones legales que regularan el uso o prohibición de los plástico desechables, sin embargo, hay que destacar que a nivel local diversas entidades comenzaron a implementar políticas públicas en la materia.
Plástico en números
De acuerdo con el Informe Estado del Plástico 2018 expedido por Naciones Unidas (ONU), de 300 millones de toneladas de residuos plásticos producidos, 13 millones de toneladas terminan en el océano cada año. Entre el 60 y el 80 por ciento de los residuos marinos son plástico. En su mayoría son fragmentos menores a los cinco milímetros, microplásticos. Se estima que hay entre 5 y 50 mil millones de microplásticos en el mar.
En promedio, se utilizan 200 bolsas de plástico por persona al año y tardan alrededor de 400 años en degradarse. En 2017, por primera vez el plástico ocupó los 10 primeros lugares de objetos recolectados, dejando afuera de la lista a las botellas de vidrio (Ocean Conservancy).
Aunque la Ley de Residuos Sólidos entró en vigor a partir de este año, todavía no se están aplicando multas aunque se prevé que vayan de 42 mil pesos hasta 170 mil pesos. Asimismo, está pendiente la norma técnica de compostables, que detallará el manejo correcto que debe hacerse de este material.
¿Es la ley la única solución?
Este tema debe resolverse de inmediato, ya que no sólo es dejar de producir plásticos, sino también que los productores de estos materiales sustitutos se hagan responsables también por un plan de manejo que sea viable y que esté certificado por las autoridades. Si no es así, sólo creamos otro problema ya que estos materiales deben llevarse a una planta de tratamiento que evite que se conviertan también en desechos.
La directora General de Evaluación de Impacto y Regulación Ambiental de la Sedema, Andrée Lilian Guigue Pérez, opina al respecto; “Lo que acordamos con la industria es que mientras la norma técnica de compostables es publicada como debe de ser y discutida con los actores que están participando vamos a aceptar las solicitudes de estas empresas que dicen fabricar bolsas compostables siempre y cuando haya una certificación que garantice que en efecto son bolsas compostables”.
Gabriela Jiménez Casas, ecóloga y encargada de difusión del Instituto de Ecología (IE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que el problema no es que una bolsa sea reciclable o no, sino el uso que se le da. “Por lo general lo que hace la gente es que la tira después del primer uso. Una buena bolsa de plástico se puede lavar y se puede usar varias veces. El problema es el abuso que hacemos todos de las bolsas, del plástico y de todo”, dijo la especialista.
La experta explicó que “hay plásticos que dicen ser biodegradables, pero son entre comillas porque al menos el 50% siguen siendo plásticos y muchas veces no se degradan solo por echarlos a la tierra”.
La solución está en la sociedad
Por otro lado, la solución está en los hábitos de consumo de la sociedad ya que aunque las empresas fabriquen productos con empaques que no sean de plástico, y aunque el gobierno haga leyes, el uso que le damos a las cosas es lo que genera el mayor impacto. Al desechar todo lo que compramos, el problema no disminuye y el exceso de consumismo solamente provoca un exceso de residuos.
Para solucionar el problema de fondo, tenemos que aprender a vivir con menos cosas, a consumir productos con menos empaques, pero sobre todo, a tratar de manera adecuada nuestros residuos. Ya sea que los reciclemos, los reutilicemos o los hagamos composta, es nuestro deber cuidar las acciones con las que impactamos al planeta.
Esta ley contra los plásticos de un solo uso es solamente un inicio en un largo camino por recorrer. Debemos de educarnos y sensibilizarnos sobre el problema, para llegar a idear más soluciones que ataquen el problema de raíz.